En el día de ayer se originó un incendio que ha consumido parte de la catedral gótica de Notre Dame de París (Francia), monumento construido en varias fases desde el siglo XII como un símbolo de poder y prosperidad de la Nación, y siendo hasta el día de hoy un elemento de orgullo nacional.
Francia es un estado que desde mucho tiempo atrás ha puesto sus esfuerzos en mostrarse y desarrollarse como una Nación poderosa económica e intelectualmente, confiando en sus riquezas materiales y sabiduría humana, abandonando gradualmente con una más y más grande repulsión y oposición todo lo relacionado con Dios y Su santidad revelada a través de las Sagradas Escrituras.
Sin hablar de la indudable influencia de la Revolución Francesa, y manifestado oficialmente en 1905 con la Ley de Separación de la Iglesia y el Estado, Francia se ha dirigido hacia la condición de estado secular o laico, apartando a Dios de todas las esferas de la sociedad, todo ello sin impedir la práctica de una religión pero con enormes limitaciones a la hora de hacer proselitismo religioso, esto es, a la hora de compartir la fe que uno profesa.
Y es que el objetivo de un país apartado del Único Dios verdadero, divinidad conformada por el Padre, el Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, es contener y acallar toda expresión pública de devoción por Dios y de exhortación hacia la sociedad francesa respecto de su necesidad de arrepentirse de su rebelión contra Dios y de volverse a Él con toda su mente y corazón.
Así, la imagen de la Catedral de Notre Dame ardiendo en fuego, manifiesta la temporalidad y poco valor de los bienes materiales o riquezas económicas en la que la sociedad francesa ha depositado su confianza, pues estas en verdad para nada son provechosas comparado con el valor incalculable y eterno de fundamentar una vida, familia y sociedad en los santos principios establecidos por Dios en Su Palabra.
Oramos por un despertar espiritual en Francia, a través de un pueblo que deja de despreciar a Cristo y Su precioso sacrificio en la Cruz y se humilla delante de Dios para encontrar perdón de pecados y reconciliación con Su Creador.
“si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
2 Crónicas 7:14
Joël D. Álvarez – Director MECES.
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Excelente atención y reflexión Los juicios de Dios no son para destrucion si no para llamar la atención al arrepentimiento