Me sorprende lo fácil que es aceptar como una verdad absoluta la previsión del tiempo del meteorólogo, o la exposición del diagnóstico de una enfermedad en boca del médico.
Llega a tus oídos que en el pueblo donde vives, están a punto de mejorar el sistema de alcantarillas para que se evacue correctamente el agua cuando llueve, y te lo crees. En el telediario informan de una nueva ley de reconocimiento de los derechos de los autónomos después de dos años cotizados a la Seguridad Social, no se me ocurre pensar que a lo mejor no es verdad.
Sin embargo, ¿por qué ponemos en duda lo que Dios dijo y dice? Miremos al respecto la creencia de dos personajes de la Biblia, Balaam y Balac, protagonistas de una historia muy interesante narrada en el libro de Números, capítulos 22, 23 y 24.
Balaam respondió y dijo a Balac: “¿No te he dicho que todo lo que Jehová me diga, eso tengo que hacer?” (Núm. 23:26).
Balac es enemigo del pueblo de Israel y quiere usarse del don de profecía de Balaam para que éste maldiga a Israel. ¡Balac se espera que Dios, por boca de Balaam, pronuncie palabras de maldición sobre Su pueblo! Balac no ama a Dios, no le sigue, no le teme, y no ganará la partida, ya que el Señor va a BENDECIR a Su pueblo. Pero hace todo lo posible para convencer a Balaam para que maldiga a Israel, reconociendo implícitamente QUE SI DIOS MISMO HABLA, ENTONCES SE VA A CUMPLIR LO QUE HA DICHO, sea bueno, sea malo.
Nosotros, los cristianos, ¿tenemos menos fe al respecto que Balac, quien de cristiano no tenía ni pizca?
En el caso de Balaam, notamos en el versículo 26 (arriba mencionado) que también CONOCÍA EL PODER DE LA PALABRA HABLADA POR DIOS. No dudaba de que era cierto lo que el Señor decía, ni tampoco del hecho de que Dios no juega con Sus propias palabras (aunque el relato bíblico nos muestra que no por eso Balaam era muy obediente… pero éste es otro tema).
Leemos en el salmo 33, versículo 9 (refiriéndose al Señor): “Porque él dijo, y fue hecho«;
¡Tremendo poder tiene el Señor, y asimismo Su Palabra! Curiosamente, son las palabras de la gente las que no nos cuesta creer y “tragar”, cuando se pueden equivocar o tener una información incompleta. Somos, todos, gente tan imperfecta. Y ¿quién de nosotros jamás ha mentido? Sin embargo, Dios es el único que jamás se equivoca; no ha pecado ni pecará nunca. Es perfecto y Santo, y merece que confiemos en El y en Su Palabra.
“Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta”. (Núm. 23:19).
Dios es omnisciente, no carece de ninguna información. Es la VERDAD (Juan 14:6), por lo cual le podemos creer a cien por cien. Entonces, ¿vamos a seguir dudando de lo que dice?
“Engrandeced a nuestro Dios. El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.” Deuteronomio 32:3-4.
Dña. Eliane Remy
Co-fundadora y responsable MECES ESPAÑA.
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