PONTE EN:

LA EDIFICACIÓN DEL TEMPLO Y LA BENDICIÓN DE DIOS – POR JOËL D. ÁLVAREZ

Tiempo atrás, mi esposa me compartió una porción de las Sagradas Escrituras del libro del profeta Hageo, que al profundizar en ella me hizo descubrir una Divina revelación de gran impacto para mi vida y que quiero compartir contigo, relacionado con la edificación del templo de Dios:

«¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto» (Hageo 1:4-6).

Relacionado con la reedificación del templo de Dios por Su pueblo, aconteció que se dedicaban a construir sus propias casas descuidando la casa de Dios. Esto me reveló algo específico para mi vida personal. Me sentía como se describe en el versículo 6 que hemos leído, sembrando y recogiendo poco y trabajando sin ver ni poder disfrutar del fruto de mi trabajo, muchas veces apurado económicamente o sin ver el fruto abundante que deseaba experimentar en mi dedicación de servicio al Señor. Así, entendí a través de estos pasajes que había algo clave que estaba faltando en mi vida para estar en orden delante de Dios: LA CONSTRUCCIÓN DEL ALTAR, REFERIDO A LA EDIFICACIÓN Y FORTALECIMIENTO DEL TEMPLO DE DIOS EN MI VIDA, EN MI INTERIOR.

Esta carencia en mi, pude ver que repercutía negativamente en todas las áreas de mi vida. Falta de obediencia a Dios en ciertas áreas con falta de rectitud ante Él, así como la toma de decisiones desalineadas respecto de la perfecta voluntad de Dios en mi vida personal, familiar y ministerial. Todo ello, por la falta de intimidad con Dios.

Recuerdo cómo el Espíritu Santo usó a mi esposa para darme un toque de atención, pues tratándose de unos meses en que tenía pocos litigios y clientela como abogado, en vez de aprovechar el tiempo como una oportunidad para mi vida de comunión con Dios y de desarrollo del ministerio que Dios me encomendó como evangelista, me dedicaba a otras cosas en vez de a lo que en verdad debía de dedicarme.

De hecho, y sabiendo que algún día estaría dedicado al ministerio a tiempo completo como una promesa que Dios me dio, y aún habiéndoselo pedido a Dios muchas veces que llegara el cumplimiento de tal promesa en ese tiempo, pude ver a través de mi condición interior que aún no era el momento ni estaba preparado para el ministerio a tiempo completo. Piensa en lo siguiente: pudiendo vivir esos meses la dedicación cuasi a pleno tiempo en la obra del Señor, me dediqué a vivirlo afanado y ocupado en muchas cosas, completamente desenfocado. Dios utilizó todo ello para mostrarme que mi alma pedía algo para lo cual todavía no estaba preparado. Y aún peor, es cierto que seguía haciendo muchas cosas relacionadas con el ministerio, pero Dios me mostró que las hacía sin visión, sin fuego, como una tarea entre muchas.

Pero hay algo más que me fue revelado por gracia. Mi apatía espiritual estaba reteniendo la bendición de Dios en todas las áreas de mi vida, incluida la económica, pues estuve desatendiendo el principio bíblico de que al ocuparnos primero y de forma diligente de los asuntos de Dios luego Él nos dará todo lo necesario para vivir. Leamos juntos el siguiente pasaje: «Ustedes buscan mucho, pero encuentran poco; y lo que guardan en su casa, yo me lo llevo de un soplo. ¿Por qué? Pues porque mi casa está en ruinas, mientras que ustedes sólo se preocupan de sus propias casas. Yo, el Señor, lo afirmo. Por eso no cae para ustedes la lluvia, ni la tierra les da sus productos. Yo fui quien trajo la sequía sobre los campos y sobre los montes, sobre el trigo, los viñedos y los olivares, sobre las cosechas del campo, sobre los hombres y los animales, y sobre todas sus labores» (Hageo 1:9-11 DHH). Esta descripción bíblica la vi reflejada en mi relación personal con Dios y en mi servicio en el ministerio. Me surgían muchas ideas e iniciaba proyectos que finalmente no se consolidaban, y me sentía como que Dios se lo llevaba todo «de un soplo«. Todo esfuerzo humano no prosperó. Se detuvo la lluvia de bendición desde el Trono Celestial, y no hubo fruto. Así mismo, si estás edificando tu propio plan dejando a Dios a un lado, poniendo tu confianza en cualquier clase de afán, en un instante lo perderás todo, pues edificaste tu casa sobre la arena. Nada nos llevamos tras concluir la vida pasajera en este mundo, entendiendo que lo único que perdurará para siempre es toda riqueza espiritual que hayamos permitido a Dios implantar en nuestra vida interior.

En medio de esta sequía, el Espíritu Santo trajo esperanza a mi vida y me exhortó de la siguiente manera: ENFÓCATE EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DE DIOS EN TU VIDA Y EN LOS ASUNTOS DEL REINO DE DIOS Y SU EXTENSIÓN, Y YO TE DARÉ TODO LO NECESARIO PARA VIVIR. Es así que cuando Dios habla, sólo tenemos una opción: OBECEDER. No fue fácil, pero Dios me ayudó. Al principio me sentía algo incómodo, pues tenía que recuperar el buen y ordenado hábito de poner a Dios en el primer lugar. Querido lector, es probable que esto mismo también a ti te suceda. Pero progresemos en fe, creyendo en el hecho de que si Dios nos ha pedido algo, es porque nos va a ayudar a poder alcanzarlo, motivo por el que podemos estar confiados en que Él lo hará en y a través de nuestras vidas, si le dejamos.

Entonces, ¿Qué debemos hacer? «Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová» (Hageo 1:8). Se trata de reedificar un altar a Dios. El traer madera nos habla de un elemento necesario para encender el fuego. Es así que necesitamos que sea encendido el fuego del Espíritu en nuestras vidas. Edifiquemos con plena disposición, el tiempo y el lugar para nuestra comunión con Él, de manera que al buscar a Dios, Él ponga todo en orden y se haga Su voluntad en nuestra casa. Necesitamos dejar a Dios que entre en nuestras vidas, familias y ministerios, de forma que se haga plenamente Su voluntad y no la nuestra. Sólo así todo irá adelante y estaremos en paz caminando con Cristo en victoria. Recordemos que los problemas vienen cuando nos resistimos y tratamos de hacer nuestra propia voluntad.

Hoy es el día en que podemos clamar a Dios en oración y ver el principio de un crucial cambio de dirección, encontrando la libertad y volviendo a la Vida abundante por la que Jesucristo se dio por nosotros en la Cruz del Calvario. Haz esta oración conmigo: «TE PIDO PERDÓN SEÑOR POR NO HABER HECHO TU VOLUNTAD, POR NO HABERTE PUESTO COMO LO PRIMERO EN MI VIDA. ME ARREPIENTO Y QUIERO CAMBIAR. AYÚDAME ESPÍRITU SANTO. HOY RENUEVO MI COMPROMISO Y FIDELIDAD HACIA TI. NO DESAMPARES LA OBRA DE TUS MANOS. QUE LA LLUVIA VUELVA A DESCENDER POR ESTE VALLE, AGUA FRESCA DESDE TU TRONO TRAYENDO VIDA A MI INTERIOR, HOGAR Y MINISTERIO. EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO, AMÉN. «. 

Es en este momento cuando podemos estar seguros de la aplicabilidad del siguiente versículo para con nosotros: «Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: YO ESTOY CON VOSOTROS, DICE JEHOVÁ. Y DESPERTÓ JEHOVÁ EL ESPÍRITU de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, Y EL ESPÍRITU DE TODO EL RESTO DEL PUEBLO; Y VINIERON Y TRABAJARON EN LA CASA DE JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS, SU DIOS» (Hageo 1:13-14).

¡Alabado sea el Señor, que ha prometido estar con nosotros! Á Él y sólo a Él toda la gloria, pues ha desatado nuestras ligaduras y nos ha librado de nuestro infortunio, despertando nuestro espíritu y guiándonos al cumplimiento de Sus promesas para con nosotros. Hoy podemos afirmar con plena convicción que ya nunca más seremos los mismos. ¡Gloria a Dios!

Joël D. Álvarez, Director MECES.

*Los pasajes bíblicos utilizados han sido extraídos de la versión Reina Valera 1960, salvo que se especifique lo contrario.

*Imagen de portada: Imagen de pvproductions en Freepik

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