PONTE EN:

CAPÍTULO 3: EL FALSO ANUNCIO DE PAZ Y SEGURIDAD EN TIEMPOS DE JUICIO Y QUEBRANTO

LA PAZ ANUNCIADA EN JUDÁ Y SU DEVASTACIÓN

Alrededor del año 620 antes de Cristo el pueblo de Dios en Judá estaba practicando la idolatría adorando imágenes de la diosa Asera (véase Jeremías 17:2), diosa proveniente de la influencia de pueblos paganos. Se describe en las Escrituras que era enorme la maldad del pueblo de Judá en aquel tiempo, con prácticas como la opresión al débil y el enriquecimiento injusto, la mentira, el hurto, los homicidios y el adulterio (véase Jeremías 5:28, 7:6, 7:8 y 13:22).

En medio de esta triste realidad, el pueblo iba al templo de Jehová a ofrecer sacrificios, convirtiéndose este en lo que el profeta Jeremías describe como una cueva de ladrones, pues no había un verdadero arrepentimiento y era más bien con intención de limpiar sus conciencias y ocultar su pecado frente a Dios, preparando nuevas formas de satisfacer sus propios intereses y deseos pecaminosos, a costa del quebranto deliberado de la ley de Dios (véase Jeremías 7:10-11).

Teniendo presentes las terribles consecuencias que el pecado trae, Dios advirtió por un prolongado tiempo a Su pueblo por medio de Sus profetas del castigo que vendría sobre Judá. De hecho, el profeta Jeremías estuvo durante cuarenta años desarrollando su ministerio profético hacia Judá y la ciudad de Jerusalén como su capital, de forma previa a su destrucción por el ejército Babilónico.

Sin embargo y a lo largo de todo el tiempo de enorme paciencia y constante advertencia de parte de Dios, los falsos profetas estaban predicando un mensaje de paz y confortabilidad al pueblo, negando u omitiendo en su mensaje la ira venidera de Dios, al proclamar que «no veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera» (Jeremías 14:13 RVR60). Esta falsedad era lo que quería escuchar el pueblo, recibiendo tales autodenominados profetas el favor del pueblo, «porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz» (Jeremías 6:13-14 RVR60).

Así, era de esperar que al poco tiempo se produjera el cumplimiento de las profecías de Dios anunciadas a través de Jeremías, materializándose en el año 586 antes de Cristo, con la destrucción por el ejército babilónico del templo y la ciudad de Jerusalén y de todo el reino de Judá, siendo llevado el pueblo de Dios bajo el yugo de la esclavitud al servicio de un pueblo extranjero (véase Jeremías cap. 52 RVR60). Y es que dice el insensato “esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación” (Jeremias 8:15 RVR60), pues “no hay paz para los malos, dijo Jehová”(Isaías 48:22 RVR60).

Por tanto, ¿quiénes son estos hombres sin temor a Dios que manipulan y engañan a la gente utilizando el nombre de Dios para saciar sus propios deseos pecaminosos? ¿Dónde están ahora en tiempo de juicio, donde han quedado sus sucias palabras? Seguro que muchos del pueblo de Judá tras la devastación no dejaron de lamentarse afirmando; ¿como pudimos pensar que Dios no respondería con justo juicio a nuestra rebeldía? ¡Nuestra maldad tenía que tener consecuencias! ¡Y cuantas veces se nos advirtió de la urgente necesidad de enderezar nuestras vidas en rectitud e integridad delante de Dios!

Como Dios ya advirtió “falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan» (Jeremías 14:14RVR60), pues “¿se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová” (Jeremías 6:15 RVR60). Debemos de saber que aquellos que proclaman en nombre de Dios una falsa seguridad si no se arrepienten responderán por sus actos; “con espada y con hambre serán consumidos esos profetas” (Jeremías 14:15 RVR60).

UNA HISTORIA REPETIDA; LA PAZ ANUNCIADA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Tal y como vimos en el primer capítulo, los tiempos de plagas, como el tiempo actual de pandemia con el COVID-19, son permitidos por Dios como señal de advertencia a la humanidad en cuanto a la necesidad de arrepentimiento por el mucho y deliberado pecado. Es también una consecuencia o cosecha natural por el pecado sembrado, así como una señal manifiesta de que estamos en los tiempos finales antes de la cercana venida de Jesucristo.

Pues bien, en un tiempo como el actual, en el que el corazón de Dios está dolido y con ira santa por el libertinaje y maldad de los pueblos y naciones, la iglesia del Señor es Su voz y Sus manos a la hora de advertir a cada pueblo y nación el juicio venidero y la todavía disponible reconciliación con el Creador, como en los tiempos del profeta Jeremías. Sólo una iglesia avivada y conectada con el corazón de Dios es la que en este tiempo podrá ser instrumento en las manos del Espíritu Santo para provocar el avivamiento que Dios desea que acontezca.

Sin embargo, desde antes del tiempo actual de pandemia, son muchas las doctrinas que se han estado introduciendo en muchas iglesias, compartiendo un mensaje adulterado que utiliza e interpreta la Biblia en interés de los deseos egoístas y vanidosos del ser humano. Enseñanzas donde todo es gracia y bendición de Dios, pero ya no importa la santidad ni se confronta el pecado y donde la más grande bendición de la salvación por medio de Jesucristo es apartada y pisoteada a cambio de unas pocas monedas de plata. Enseñanzas donde una congregación dormida y mal alimentada es guiada hacia la confortabilidad y hacia un falso estado de paz con Dios, que en realidad esconde un pueblo esquelético y sin la Vida abundante de Cristo en su interior.

Y es que estos tiempos de plagas son también permitidos por Dios para la transformación de Su Iglesia, dentro de la cual necesitamos examinar nuestro caminar y arrepentirnos profundamente de enseñanzas y propósitos desviados de la Santa Palabra de Dios.

Esta realidad es comparable con la de aquellos falsos profetas del tiempo de Jeremías. Pongamos un ejemplo: un mensaje que no dejan de escuchar mis oídos es el de “no se preocupen, no tengan temor, Dios está con ustedes y les seguirá proveyendo y bendiciendo”, mensaje que comprendo su indubitable aplicación a todo verdadero y fiel seguidor de Jesucristo. Sin embargo, establecer este mensaje como central hacia la congregación y también como mensaje difundido en redes sociales escuchado también por los inconversos que buscan respuestas en tiempos de crisis es absolutamente reprochable. ¿Cómo es posible y en muchos casos que lo único que se escuche es esto? ¿dónde está el mensaje urgente de arrepentimiento que ahora más que nunca la Iglesia y el mundo necesita recibir?

Si Vd. Predica paz y estabilidad, estará brindando falsa seguridad a sus oyentes y no permitirá que Dios trate con el pecado que hay dentro y fuera de su congregación. El paso previo a la salvación es el quebrantamiento, en cuanto al reconocimiento del pecado y renuncia al mismo. Si omitimos el examen de nuestras vidas y congregaciones en cuanto a su salud espiritual y nos dedicamos a ocultar la enfermedad, Dios no podrá hacer la obra que quiere hacer en y a través de nuestras vidas.

Por ejemplo y también, ¿presentamos un falso evangelio donde no están presentes las pruebas, tribulaciones y persecuciones hacia el cristiano?, ¿un evangelio de acceso a riquezas materiales?, ¿un evangelio interesado en el milagro y que ha olvidado al Dios de los milagros? ¿Qué clase de ejército es este, que en vez de pelear por la causa del Reino de Dios se dedica a aprovechar los recursos del Reino para su propio interés?

Asimismo pastores y líderes, ¿predicamos un mensaje diluido y agradable al oyente, en vez del mensaje que Dios quiere transmitir, por miedo al rechazo y a que se vacíe la iglesia?, ¿qué mensaje compartimos a la congregación en un tiempo como el actual y con qué finalidad?, ¿nos preocupa más en este tiempo la estabilidad económica de la Iglesia que el estado espiritual de la misma y de tantas personas que día a día se pierden eternamente sin Cristo?, ¿donde está nuestro corazón? Poca o ninguna diferencia hay entre estas acciones y las de los falsos profetas de Judá.

Tengo que decirlo; ¡Bendita pandemia si esta permite que en medio de la aflicción una parte de la iglesia del Señor dormida y en rebeldía frente a Dios, se consagre y active por el Espíritu Santo en el llamado de Cristo a ser luz y sal a este mundo! Entonces será el momento en el cual con unidad de acción y propósito y como un remanente santo, podremos alcanzar pueblos y naciones para Cristo y vivir juntos el más grande y último avivamiento de todos los tiempos antes de la pronta venida de Jesucristo.

¡Por supuesto que nos entristece la muerte de tantas personas en este tiempo de COVID-19! Sin embargo, mucha más tristeza nos da saber del destino eterno en el infierno de muchos de los fallecidos, siendo necesario que despertemos como Iglesia en ser el instrumento de advertencia al mundo en las manos de Dios a la hora de anunciar a Jesucristo como el Único Salvador frente a la existencia de dos realidades eternas para nuestras almas, el Cielo y el Infierno.

¿Qué vamos a necesitar que Dios permita para que como Iglesia despertemos al llamado de Dios? ¿Qué tendrá Dios que permitir para que dobleguemos nuestras rodillas y voluntad al Señor? ¿Seremos como el pueblo de Judá y desoiremos el llamado anunciado proféticamente al arrepentimiento, con la terrible ruina que ello trajo para ellos, o rectificaremos nuestro caminar en obediencia y fiel servicio al Señor, presentándonos como una Iglesia sin mancha preparada para la venida del Amado Señor y Salvador Jesucristo?

¡El Espíritu nos habla! ¡Es tiempo de arrepentimiento! ¡No queremos escuchar lo que no proviene de Ti, oh Dios, sólo a Tu voz escucharemos y obedeceremos! ¡Ven Santo Espíritu, toma Tu lugar en nosotros, nos rendimos ante Ti, oh Cristo!

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23 RVR60).

«Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo» (Isaías 32:17-18).

Capítulo 3.- El falso anuncio de paz y seguridad en tiempos de juicio y quebranto.

Libro «Reflexiones bíblicas necesarias en tiempos de pandemia», 2020.

Autor: Evangelista Joël D. Álvarez.

2 Comentarios

  • williama Alberto madrigal A. dice:

    es la mas exelente y clara reflexion que he podido ver en estos tiempos de tanta frialdad de muchos llamados pastores y ministros y falsos profetas del Dios viviente , gracias por que me co firma el llamado que Dios ha hecho a mi vida , bendiciones

    • meces dice:

      Gracias por su mensaje estimado hermano en Cristo. No se pierda los próximos capítulos que iremos colgando en la web, así como el texto final y completo con todos los capítulos que tras todo ello será puesto a disposición. Muchas bendiciones!

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