PONTE EN:

CAPÍTULO 4: DE LA INAGOTABLE GRACIA Y AMOR DE DIOS

¡Cuán difícil es de comprender para nosotros! ¿Quién alcanzará a entender la inmensidad del amor y la gracia de Dios mostrada hacia la humanidad por medio del precioso sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario? ¡Sólo el Espíritu Santo puede darnos entendimiento respecto de tan grande entrega del Salvador por ti y por mi!

Es más, es la pura gracia de Dios y Su gran misericordia la que todavía hace disponible la salvación en Cristo por medio del arrepentimiento de pecado y la puesta de nuestra fe en Él, «porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2:8 RVR1960). ¡No importa cuán profunda haya sido la raíz de maldad en nuestras vidas! ¡Acérquese arrepentido a Jesucristo aquel que hurtó una manzana y pensó que era un hombre de bien y que por sus buenas obras se salvaría, junto al genocida y ladrón más grande de todos los tiempos que por muchos ya fue sentenciado al infierno eterno! Pues ambos recibirán por igual el perdón de Dios y sus pecados serán blanqueados como la nieve y como blanca lana, encontrándose con el Redentor eternamente en los lugares celestiales (véase Isaías 1:18).

¡Qué amor! ¡Oh, cuán grande amor! La entrega voluntaria a muerte de Cruz del justo por los injustos (véase 1 Pedro 3:18), el sacrificio perfecto de Aquel que siendo tentado nunca pecó en sustitución de un mundo deliberadamente pecador (véase Hebreos 4:15). Y es que el Señor Jesucristo «herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (Isaías 53:5 RVR60).

Por tanto, lo más importante en este tiempo de pandemia es que sea aprovechada la enésima oportunidad que Dios está dando al mundo para reconciliarse con Él. Debemos saber que Dios quiere «que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Timoteo 2:4 RVR1960), pues dice el Señor; «no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva» (Ezequiel 33:11 RVR1960). ¡Cuánta misericordia y paciencia! ¡Qué sería de nosotros si no fuera por la mano poderosa de Dios que nos ha sustentado y protegido hasta el día de hoy de una eternidad sin Él, manteniéndonos todavía en vida para que podamos acercarnos confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia! (véase Hebreos 4:16). Pero además y en cuanto a la pronta venida de Jesucristo a por Su Iglesia, es claro que «el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9 RVR1960).

No dejo de recordar cómo aún en los momentos de mayor incredulidad en mi vida, Dios no dejó de atraerme con esas cuerdas de ternura y lazos de amor (véase Oseas 11:4), comprendiendo que a pesar de mi rebelión y de mis debilidades, el Señor me dio esperanza y una salida por medio de Su incondicional amor. Tuve que aprender a perdonarme también a mí mismo y entender que Dios borra mi pasado y me da una nueva vida junto a Él.

Si te has alejado de Dios o nunca te has acercado a Él, si todavía no has rendido tu vida completamente a Cristo y hay reservas, hoy es el día de la entrega y sacrificio total de todo aquello que nos aleja de Él, tomando el ejemplo de Jesús cuando tomó la cruz en sacrificio y amor por nosotros. Así pues, crucifiquemos nuestra carnalidad y abandonemos toda práctica pecaminosa, para que podamos experimentar a diario y afirmar incansablemente que lo más precioso en y a través de nosotros es Cristo y Su Santo Espíritu.

«para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,  a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas» 1 Pedro 1:7-9 RVR60.

Capítulo 4.- De la inagotable gracia y amor de Dios.

Libro «Reflexiones bíblicas necesarias en tiempos de pandemia», 2020.

Autor: Evangelista Joël D. Álvarez.

3 Comentarios

  • Víctor dice:

    Amen, así es que todos los que oyen o leen estas palabras sean persuadidos de su condición y puedan volverse a Dios el cual es amplio en perdonar.

    • Jose de jesus dice:

      Amen que belllo y grande es el amor de Dios que enseñanza mas bella y tracedental este mensaje hay que compartirlo al mundo mi querido hermano

      • meces dice:

        Amen eso es. Sí. Lo compartiremos allá a donde Dios nos permita, hasta el último rincón de la tierra. Un abrazo grande.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *